Hace unas semanas, en una visita a la "ciudad de los embrujos", me acerqué hasta un precioso laberinto de calles verdes y amor en el aire: el Parque García Lorca. Pero lo más prestigioso para alguien que ama la literatura es encontrar en medio de esa naturaleza urbana la casa del escritor del pueblo, de las tradiciones o del analfabeto Federico García Lorca, como algunos quizá más analfabetos han intentado erróneamente nominar al poeta andaluz. Casa que se designó como La Huerta de San Vicente.
García Lorca nació en el municipio granadino de Fuente Vaqueros, donde se encuentra su casa natal, pero La Huerta de San Vicente, antes llamada "de los Mudos", fue un regalo que Lorca hizo a su familia allá por el año 1925. El cambio de nombre vino dado porque su madre, que se llamaba Vicenta, quiso dejar en su morada su pequeño legado.
Es entre los años 1926 y 1936 cuando la Huerta de San Vicente se convierte en la apacible casa de veraneo de los García Lorca. Se encontraba, hace ya algunos años claro, alejada sólo dos kilómetros de la ciudad, y la propiedad consistía en dos casas anexas: la principal y otra más modesta para los guardeses. Eran casi dos hectáreas de tierra fértil que daban vida al paisaje de cultivos, árboles frutales, acequias y veredas propio de la vega granadina del río Genil.
Como refleja la hermana menor del poeta, Isabel García Lorca, en sus memorias: "Aquel lugar fue un retiro y un juguete... En el carril de entrada había frutales y una yuca grande, y lo cambiamos por cipreses, granados y rosales, respetando un almez y un hermosísimo nogal que daba sombra a toda la placeta... Había un ambiente de frescor hasta casi las doce del día. Una luz fuerte pero no cegadora como la del campo abierto. Era un campo habitado, civilizado, diría yo, hecho a la medida del ser humano. Parecía pensado para vivir gozando de una naturaleza domesticada, de refinamiento impensable hoy día".
Desde las habitaciones del piso alto de la casa podían verse Sierra Nevada, la Alhambra y el resto de colinas de la ciudad. Fue en una de estas habitaciones donde Federico García Lorca escribió, verano a verano, algunas de sus obras más importantes. Así que pasen cinco años, Bodas de sangre, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, La casa de Bernarda Alba, Romancero gitano o Diván del Tamarit, entre otras.
Actualmente, el Ayuntamiento de Granada la ha convertido en casa-museo y se encuentra decorada con los muebles, cuadros y objetos de la casa en la que moró el escritor hasta el mismo año de su muerte. Como elementos más simbólicos y especiales para el poeta el piano, el escritorio, los decorados para la representación de La Niña que riega la Albahaca y un dibujo de manos de Dalí en sus años de amistad en la Residencia de Estudiantes en Madrid.
Pero como todas las cosas en esta vida que son dignas de admirar, matan, engordan o dan alergia, lo han convertido en un "sacacuartos", y si quieres recibir cultura, pues paga, que para eso están "ellos", para poner la mano. Así que lo dicho, para recibir cultura hay que dejar algo a cambio, que si ser culto fuera barato, todos podríamos serlo y este mundo sería un caos de sabiduría. No hombre, no, hasta ahí podríamos llegar!!!
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