Durante el siglo XVIII había entre las personas de la alta sociedad francesa una moda que consistía en retirarse de un lugar en el que se estaba realizando una reunión o velada, sin despedirse, sin siquiera saludar a los anfitriones. Llegó a tal punto este hábito, que era considerado un rasgo de mala educación saludar en el momento de la partida. No se objetaba, por ejemplo, que la persona mirase el reloj para dar a entender las circunstancias por las que ella debía retirarse, pero de ninguna manera se veía con buenos ojos que el asistente saludase antes de ausentarse.
Esta costumbre, en Francia dio origen al dicho sans adieu (sin adiós), que el lenguaje coloquial español acuñó en la forma "despedirse a la francesa", pero en este caso como equivalente de reprobación del comportamiento de alguien que, sin despedida ni saludo alguno, se retira de una reunión.
Esta costumbre, en Francia dio origen al dicho sans adieu (sin adiós), que el lenguaje coloquial español acuñó en la forma "despedirse a la francesa", pero en este caso como equivalente de reprobación del comportamiento de alguien que, sin despedida ni saludo alguno, se retira de una reunión.
4 comentarios:
¿a que de vez en cuando mola hacerlo cuando uno está de farra?
Ay Paco esa educación dónde te la has dejado... Te confieso un secreto, es lo mejor, que al día siguiente todos te pregunten que cuándo te fuiste y los más importante con quién :P
Odio las despedidas largas, las que te preguntan incesamente mente que por qué te vas, que quédate, que un rato más y todos nos vamos, que nunca te quedas, que siempre te vas la primera… ¡Para que dar mal igual me despido a la francesa!
Yo como casi nunca me voy la primera no tengo que sufrir al resto diciéndome que me quede, pero debe ser un incordio y lo mejor está claro que es salir pitando.
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