Lo que se dice

8 sept 2007

Venid a mi Restaurant



A todo el mundo le resulta muy familiar esa palabra que vemos a diario en la calle cada dos pasos: restaurante. Pero como muchos vocablos ha tenido un origen curioso.

El primer restaurante, conocido como tal, del que se tiene noticia abrió sus puertas en París en 1765, cuando un mesonero apellidado Boulanger abrió una casa de comidas colocando un letrero a su puerta en el que se leía en bajo latín: Venite ad me omnes qui stomacho laboratis et ego restaurabo vos (Venid a mí todos aquellos con el estómago desfallecido y yo os restauraré).

La frase tuvo tanto éxito que desde entonces las casas de comida pasaron a llamarse restaurantes, los cocineros restauradores y el gremio es el de la restauración. Aún hoy en día no es extraño ver establecimientos de este tipo bajo el nombre de restaurant, es decir, en francés y dando fe al origen del término.

Boulanger fue el pionero, impuso los establecimientos de comida, y no quedando conforme, determinó cuál sería su nombre. Es por él, por la frase que escribió en su letrero, que todos los locales de este tipo se denominaron, primero restaurat y más tarde restaurant. Incluso determinó la tradición de precios: uno de los primeros clientes de Boulanger fue el enciclopedista Denis Diderot, quien elogiaba mucho sus platos, pero a la vez admitía: el lugar es «un poco caro».

Antes de la Revolución Francesa de 1789, las familias aristocráticas de Francia mantenían en sus castillos y mansiones grandes y sofisticados equipos de cocina, pero finalizado el Antiguo Régimen, muchos jefes de cocina y cocineros desempleados abrieron sus propios restaurantes inspirados por la idea de Boulanger. Hasta tal punto que en 1804 había en París más de quinientas casas de comida. Ahora, los deliciosos platos de algunos de los jefes más célebres de cocina, podían ser saboreados no sólo por nobles sino también por plebeyos. Claro, había que ahorrar un poco.

Fuentes: El gran Chef y 1de3

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