Un día, un hombre sentado al borde del camino bajo un árbol, observó cómo la oruga de una crisálida de mariposa intentaba abrirse paso a través de una pequeña abertura aparecida en el capullo. Estuvo largo rato contemplando cómo se esforzaba hasta que, de repente, pareció detenerse y que había llegado al límite de sus fuerzas: no conseguiría ir más lejos. O así creía él.
El hombre decidió ayudar a la mariposa: agarró una tijera y ensanchó el orificio del capullo. La mariposa, entonces, salió fácilmente. Pero su cuerpo estaba blanquecino, era pequeño y tenía las alas aplastadas. El hombre continuó observándola, porque esperaba que, en cualquier momento, sus alas se abrirían y estirarían y el insecto se echaría a volar. Nada ocurrió. La mariposa vivió poco y murió. Nunca voló, y las pocas horas que sobrevivió las pasó arrastrando lastimosamente su cuerpo débil y sus alas encogidas.
Aquel caminante, con su gentileza y voluntad de ayudar, no comprendió que el esfuerzo necesario para abrirse camino a través del capullo era la manera para que la circulación de su cuerpo llegara a las alas, y estuviera lista para volar una vez hubiera salido al exterior.
El hombre decidió ayudar a la mariposa: agarró una tijera y ensanchó el orificio del capullo. La mariposa, entonces, salió fácilmente. Pero su cuerpo estaba blanquecino, era pequeño y tenía las alas aplastadas. El hombre continuó observándola, porque esperaba que, en cualquier momento, sus alas se abrirían y estirarían y el insecto se echaría a volar. Nada ocurrió. La mariposa vivió poco y murió. Nunca voló, y las pocas horas que sobrevivió las pasó arrastrando lastimosamente su cuerpo débil y sus alas encogidas.
Aquel caminante, con su gentileza y voluntad de ayudar, no comprendió que el esfuerzo necesario para abrirse camino a través del capullo era la manera para que la circulación de su cuerpo llegara a las alas, y estuviera lista para volar una vez hubiera salido al exterior.
Algunas veces, justamente es el esfuerzo lo que necesitamos en nuestra vida. Si se nos permitiese vivir sin obstáculos, quedaríamos inválidos, nunca llegaríamos a nuestra plenitud. Pero a veces los obstáculos son demasiado duros, eso creo yo, incluso muchas veces nunca llegan a superarse.
3 comentarios:
En el budismo se piensa que el espíritu nace puro, pero a través del tiempo que pasa en la tierra a través de esta o de anteriores vidas, va acumulando "semillas" negativas.
Es tu deber descubrirlas, encontrar la raíz de dichos obstáculos... e intentar superarlos. Mientras mas "enquistado" en nuestro espíritu, más dificil es franquear dicho obstáculo.
Como puedes suponer, ningun obstáculo es insalvable... sólo unos más difíciles que otros. El asunto es que la raíz puede estar tan oculta que tal vez una vida no baste para encontrarla :)
Me gusta tu blog. Es como el blog que escribiría si tuviese tiempo. jeje.
Obstáculos, dimelo a mi... hay una frase o algo así que decía que cuando te caes hay que volver a levantarse, el problema es cuando te caes y te preguntas que para qué te vas a volver a levantar si te vas a caer de nuevo... el truco está en ese esfuerzo del que hablas.
Por cierto nadym! he cambiado la dire del blog. Te dejo la nueva:
mara-porculpadelost.blogspot.com
Besos mil
Muchas gracias anónimo, es un blog con lo que me apetece escribir simplemente. Si te ape publicar algo, te dejo jeje.
Supongo que ningún obstáculo es insalvable pero creo que eso se ve cuando ya se han superado, cuando estás en el meollo de la cuestión es otro cantar.
Ahí está la cuestión en saber distinguir la dificultad de cada uno y saber pelear por ellos, pero a veces no se quiere luchar y otras te lleva tanto tiempo que acabas bajando los brazos o incluso el contador del tiempo se agota.
Besos
Mara: ahí estoy yo, en para qué luchar si al final te acabas pegando otro batacazo de campeonato. Ok, dirección anotada. Besotes guapa!!!
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