Ya se acerca la Navidad y con estas fechas echas de menos a mucha gente, o al menos yo. Así que hoy toca comenzar con una época que conforme pasa el tiempo cada vez me gusta menos. Y para remontarnos un poco, y ya que es lo que más me gusta de la Navidad, me apetece contar el origen de esas postalillas que me recuerdan que aún hay gente que se acuerda de ti aunque haga mucho que no te ve o te siente cerca. A ver si alguno toma ejemplo...
Cuenta la leyenda que a comienzos del siglo XIX vivía en Londres un grabador llamado Boerner, que aunque era un reconocido hombre de ingenio, disfrutaba de la soledad, lejos de todo el mundo, sobre todo en las fiestas navideñas.
Esta actitud no siempre era comprendida por sus familiares y amigos, que insistían en invitarle en Navidad y Año Nuevo. Incapaz de librarse de tan solícitas peticiones, Boerner tuvo entonces una idea de la que jamás imaginaría sus consecuencias. Y así fue como el primero de enero de 1812, sus parientes y amigos recibieron una sorprendente carta. Dentro había una tarjeta en la que estaba dibujado el propio Boerner en actitud de salir de su casa, pero con la capa atrapada por la puerta, que se había cerrado a su espalda. Debajo del grabado había escrito lo siguiente: Ésta es la razón por la que no puedo visitarte este Año Nuevo. La misiva hizo tanta gracia que el ingenioso Boerner fue disculpado.
No obstante, la reconocida como la primera tarjeta de Navidad no se conoció hasta años más tarde. La propuso el londinense sir Henry Cole en el año 1843. Este caballero, propulsor del arte y la cultura, encargó al pintor e ilustrador John Callcot Harsley –autor de “El Espíritu de la Religión”, que se encuentra en la Cámara de los Lores– que grabara en una tarjeta motivos navideños. El artista dibujó tres escenas rodeadas con un marco de hojas de hiedra. La del centro presentaba una numerosa familia de clase media reunida junto a una mesa sobre la que había abundantes alimentos. El mensaje de la tarjeta decía: Una feliz Navidad y un feliz Año Nuevo para ti. Pues resulta que se vendieron cerca de mil tarjetas de este ilustrador.
Alegando que incitaba a la gula, algunos sectores influyentes criticaron la tarjeta. Una crónica de la época llegó a decir lo siguiente: “No hay más que contemplar los rostros llenos de satisfacción de aquella familia y los ojos brillantes en los que se refleja la embriaguez de la bebida”.
Inmediatamente se encargaron nuevas tarjetas, reemplazando las imágenes de Harsley por otras que mostraban a la Virgen y a Jesús, la mayoría de artistas famosos como Rafael, Fray Angélico o Botticelli.
Pero era allá por año 1960 cuando la costumbre de intercambiar tarjetas de Navidad se había diseminado a través de toda Gran Bretaña. En cambio, las primeras tarjetas de Navidad manufacturadas en los Estados Unidos fueron hechas en el 1875 por Louis Prang, un impresor alemán asentado en Boston.
4 comentarios:
Ala, no tenía ni idea pero me ha gustado la historia :) yo en breve comenzaré a mandar emails masivos jjjj varios :) Vía postal... ninguno creo. ¡Lo que hace la tecnología!
Mira este enlace, te servirá mucho:
Comentarios en Blogger
Niña:
A mi me encantan las tarjetas, guardo una que me regalo un amigo que esta hecha en una hoja de computadora y dice:
"Feliz Navidad, No es que no me alcance para un regalo, es que mi avaricia a llegado a limites incalculables"
Besos y que estes bien
Mara: es cierto, pero yo aún así para estas cosas sigo siendo un poco anticuada y casi siempre envío la postalilla, aunque cada vez menos. Besos.
Armando, ahora mismo lo miro.
Kafrune, es original esa tarjeta, como yo digo, al menos te hace sonreír. Muchas gracias, igualmente,un besito.
Publicar un comentario