"Cuando era pequeño, mi abuela me ponía en sus rodillas para que no tuviera miedo". Esta frase salió de la boca de una persona, de la cual y como siempre no citaré nombre, así me intentaba quitar mi miedo a los gotones, a los truenos, a los relámpagos y a todo lo que conllevan los días grises y oscuros como éste.
No me gusta la lluvia, lo reconozco, se me riza el pelo como a todo buen hijo de vecino, se me mojan los bajos de los pantalones hasta las rodillas y el frío me cala aún más si cabe en los huesos. Soy un desastre, no sé llevar el paraguas, el viento me lo rodea y acabo saltándole un ojo al primero que se acerca a mi lado ... y al segundo, y al tercero ... y así, para su desgracia, hasta un número infinito de personas que se cruzan en mi camino.
En un día como hoy odio la lluvia, pero me encantaría poder disfrutarla relajada en un sofá a la luz de las ascuas, con una manta por encima y con los cálidos brazos de la persona esa que me lee, con la mirada de niño travieso y la cálida ternura de un beso dado en el momento justo y necesario, sí, como en misa.
Hoy llueve, y encima ni puedo cantar (porque estoy afónica y con fiebre) la canción que tanto me gusta y que comienzo a cantar automáticamente cuando llueve desde que estudié en Madrid. Es ésta, una de las más maravillosas y tristes que jamás escuché. Ojalá y nadie tenga que vivirla nunca, os dejo mi parte preferida:
No me gusta la lluvia, lo reconozco, se me riza el pelo como a todo buen hijo de vecino, se me mojan los bajos de los pantalones hasta las rodillas y el frío me cala aún más si cabe en los huesos. Soy un desastre, no sé llevar el paraguas, el viento me lo rodea y acabo saltándole un ojo al primero que se acerca a mi lado ... y al segundo, y al tercero ... y así, para su desgracia, hasta un número infinito de personas que se cruzan en mi camino.
En un día como hoy odio la lluvia, pero me encantaría poder disfrutarla relajada en un sofá a la luz de las ascuas, con una manta por encima y con los cálidos brazos de la persona esa que me lee, con la mirada de niño travieso y la cálida ternura de un beso dado en el momento justo y necesario, sí, como en misa.
Hoy llueve, y encima ni puedo cantar (porque estoy afónica y con fiebre) la canción que tanto me gusta y que comienzo a cantar automáticamente cuando llueve desde que estudié en Madrid. Es ésta, una de las más maravillosas y tristes que jamás escuché. Ojalá y nadie tenga que vivirla nunca, os dejo mi parte preferida:
En Madrid está lloviendo
y todo sigue como siempre
solamente que no estás
y el tiempo pasa lentamente.
Estoy loco por que vuelvas
hace tanto que te fuiste.
No te irás a enamorar allí, lo prometiste.
Por favor, cuando puedas llámame
que mi soledad y yo
sin ti no nos llevamos bien.
Me paso el día planeando
nuestro encuentro imaginario.
Te besaré, como nadie en este mundo te besó
te amaré, con el cuerpo y con la mente
con la piel y el corazón.
Vuelve pronto, te esperamos
Mi soledad y yo.
(Alejandro Sanz - Mi soledad y yo)
y todo sigue como siempre
solamente que no estás
y el tiempo pasa lentamente.
Estoy loco por que vuelvas
hace tanto que te fuiste.
No te irás a enamorar allí, lo prometiste.
Por favor, cuando puedas llámame
que mi soledad y yo
sin ti no nos llevamos bien.
Me paso el día planeando
nuestro encuentro imaginario.
Te besaré, como nadie en este mundo te besó
te amaré, con el cuerpo y con la mente
con la piel y el corazón.
Vuelve pronto, te esperamos
Mi soledad y yo.
(Alejandro Sanz - Mi soledad y yo)
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