En la Grecia clásica el Culto a la Virginidad estaba muy extendido. Según esta creencia, la pérdida de la virginidad era vista como una forma latente de muerte, de aquí surge la leyenda de Artemis, la diosa virgen.
Esto no impidió, no obstante, que dicha divinidad de la Castidad diese cincuenta hijos a Endimión y otorgase ciertos “favores” a Orión y a Pan. Artemis, según cuenta la leyenda tuvo un séquito de sesenta hijas de Océano y todas las jóvenes que deseaban acompañarla debían hacer voto de castidad. Sus sacerdotisas eran todas vírgenes y cuando se casaban debían abandonar la Orden sagrada.
La leyenda de Calipso, por ejemplo cuenta que fue seducida por Júpiter y al ser descubierto su desliz, para que no vieran su abultado vientre por el embarazo se negó a ir al baño con sus compañeras. Artemis la expulsó de su séquito.
Vuelta de tuerca
En estos tiempos que corren la tortilla ha dado la vuelta, situándose en el extremo opuesto de la cuerda. La mujer que es virgen casi lleva un lastre a las espaldas. Ni una cosa ni la otra, digo yo, que cada cual decida qué hacer con su "flor" (como se llamaba antiguamente), y que aquellos del sexo opuesto lo respeten, con eso basta y sobra.
Menos mal que ya no quedan muchos amantes ansiosos de "desflorar" vírgenes por la vida, al menos eso creo y eso espero, pero quizá me esté equivocando y mis ganas de que los machistas se extingan me puedan más que la realidad que me rodea. De todos modos, algo hemos avanzado, eso no lo puede negar nadie.
Por último una frasecilla que cuanto menos a mi me parece graciosa: "la mujer pierde la virginidad cuando quiere, el hombre cuando puede" ... ¿acaso es mentira?
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