Lo que se dice

8 ago 2007

"Irse de picos pardos"



El diccionario de la Real Academia de la Lengua, en su 3ª edición de 1791, decía que «"Andarse, o irse, a picos pardos" es frase con que se da a entender que alguno, pudiendo aplicarse a cosas útiles y provechosas, se entrega a las inútiles e insustanciales, por no trabajar y por andarse a la briba».

Esta expresión significó irse con una mujer de vida alegre, porque la ley las obligaba a usar "jubón de picos pardos" para distinguirlas de las mujeres decentes. Concretamente fue el rey Carlos III en el siglo XVIII el que impuso a las prostitutas la obligación de distinguirse mediante sayas de color pardo cortadas por los bajos en picos, aunque también se dice que "ir de picos pardos" tiene que ver con las costumbres ligeras de los estudiantes del Siglo de Oro y sus acompañantes. Ellas, para identificar su condición de rameras, llevaban un cintillo pardo en el borde de la falda.

Pero en la Casa de la Mancebía de Sevilla, había una ley del año 1553 en la que ya se vislumbraba la distinción de las prostitutas del resto de las "buenas mujeres": "Item, porque por ordenanzas de esta ciudad e leyes de estos reinos está mandado y prohibido que las mugeres públicas de la mancebía traigan ábitos diferentes y señales por donde sean conocidas e diferenciadas de las buenas mugeres, mandamos de aquí adelante que ninguna de las dichas mugeres de la dicha mancebía no puedan traer ni traigan mantos, ni sombreros, ni guantes, ni pantuflos, como algunas suelen calzar, y solamente traigan cubiertas mantillas amarillas cortas sobre las sayas que trageren y no otra cobertera alguna, so pena que por cada vez que fueren halladas en otro ábito lo pierdan con más trecientos maravedíes, repartidos en la forma susodicha".

No obstante, en el Renancimiento, se ve cómo las mujeres llevaban una falda que era un lienzo de forma cuadrada, con una abertura en el centro. Esta abertura se ajustaba a la cintura y la falda resultante tenía cuatro picos. En El Quijote ya hay referencia a los picos en la indumentaria femenina, tal es así que se habla de la condesa Trifaldi y explica Cervantes que lleva una falda con tres picos en vez de cuatro, aunque aún no era señal de prostitución.

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